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[A2] La vida es una mierda


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Juan Antonio Ramos, 32 años, campeón de Taekwondo no sé cuántas veces, lo dijo claramente tras perder su combate por el bronce en los recién terminados Juegos Olímpicos: "la vida es una mierda" y añadió que de los cuartos o los quintos puestos no se acuerda nadie, que no le sirve el resultado porque él había ido a por medalla. Las declaraciones, aun en caliente de Juan Antonio, son ese tipo de reflexiones que nos empeñamos en que los niños no escuchen para no mancillar así el "espíritu olímpico", la grandeza del deporte, el valor de competir y no sólo de ganar etcétera, etcétera, etcétera. Lo malo es que todos sabemos que Juan Antonio tiene razón, al menos bastante razón, pero preferimos seguir en el limbo de las apariencias. Puede que la vida no sea realmente una mierda, o no al menos todo el rato y hasta puede que los Juegos Olímpicos tampoco lo sean absolutamente aunque se celebren en un país que nunca ha conocido la libertad con el beneplácito de todas la naciones poderosas que no cesan de reclamar los derechos humanos a estados menos poderosos que de la dictadura china.

Puede que todo eso sea así, pero en lo fundamental y sin generalizar, Juan Antonio Ramos tiene razón: la vida es una mierda y a los cuartos y los quintos puestos nadie les hace puñetero caso. Es más: si nuestro taekwondista no hubiera dicho una frase tan rotundamente existencialista, seguramente ni hubiera ocupado dos segundos en los informativos de las televisiones ni yo estaría ahora escribiendo esta columna. Pero la vida es tan lo que dice que él, que el hecho de reconocerlo públicamente con lágrimas en los ojos y los huesos medio rotos, catapultan al joven deportista hasta convertirlo en un símbolo de la verdad, de una verdad que no es bueno airear para que todo siga funcionando, que no es ejemplarizante pero que encierra la esencia de la trágica realidad de la condición humana. Prefiero mil veces esas cuatro palabras de Juan Antonio a la bobada ilusionante y mentirosa de que lo importante es participar.

Es muy fácil rebatirnos al taekwondista y a mí y mil voces pondrán el grito en el cielo: unos para defenderse y otros para justificarse. No pretendo convencer a nadie porque ni siquiera me gusta nada esa verdad resumida por Juan Antonio y que trasciende la pantomima de unos Juegos Olímpicos que no dejan de ser el reflejo de la realidad global con fuegos de artificio al fondo. Aquí no vale ser gregario, ni liebre, ni batir tu propio récord personal si luego entras en el pelotón de los mediocres. Aquí te dicen siempre que todos son necesarios pero la medalla sólo se la dan los que ganan; el resto es carne de silencio, puesto para el olvido, inútil sudor de nada.

"La vida es una mierda" dijo Ramos con lágrimas en los ojos y el dolor de una mano y un corazón rotos. Y yo le digo que si, no trato de consolarle ni animarle; tan sólo respeto su íntimo cabreo, miro a mi alrededor y, aunque me esté mal el decirlo, le doy la razón al muchacho: la vida es una mierda, amigo, quizás no siempre, quizás no todo el rato, pero esto es lo que hay y habrá que vivirla al menos dignamente. No me preguntes cómo porque no sabría contestarte, tal vez diciendo simplemente algo que se parezca mucho a la verdad, por ejemplo que la vida es una mierda.

Andrés Aberasturi.



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Publicado por VRedondoF para A2 el 8/26/2008 09:32:00 AM