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[A2] La democracia, ese mercado

La democracia, ese mercado


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

A la hora de redactar esta columna -las cosas nunca acaban hasta que se publican en el BOE- todo parece indicar que el Gobierno ha llegado a un acuerdo con el BNG y el PNV para salir airoso y no verse en el bochorno relativo de tener que devolver los Presupuestos Generales del Estado. La democracia es así: se necesitan los votos que se necesitan y se negocia hasta el último minuto lo que sea. Y entiendo que esto funcione de una manera tan peculiar, pero, la verdad, la cosa no suena muy bien.

A ver; no se trata del Gobierno que ha elaborado unas cuentas con las que se puede o no estar de acuerdo, pero si son las que han hecho, es que les parecen bien, las mejores, las necesarias. El principal partido en la oposición -sea el que sea- rechaza, por sistema, los presupuestos que presenta el gobierno de turno con una enmienda a la totalidad: no les gusta nunca nada. Uno, en su candidez, tampoco entiende esta posición, que ya es tradicional, pero acepta el juego democrático, sus formas, la puesta en escena y hasta es posible que la sinceridad de las sucesivas oposiciones que harían otros presupuestos radicalmente distintos a los del gobierno que gobierne y por eso los rechazan en bloque. Vale hasta ahí. Lo que no termina de casar es que un grupo parlamentario negocie beneficios propios a cambio de no enmendar la totalidad de las cuentas que afectan a todos. Y es que, para un cándido como yo, los presupuestos pueden ser buenos o malos y sin son malos en su totalidad, como le parecían, por ejemplo al PNV, seguirán siendo malos aunque el Gobierno se comprometa a traspasar las competencias sobre innovación, ¿o ese traspaso ya hace totalmente bueno lo que antes era totalmente malo?

Pero aun admitiendo que ese traspaso -o el que sea- convierta en vino lo que antes era agua, estamos hablando del Estado, no de las comunidades, y aunque no se crea mucho en ese ente -el estado- convendría al menos disimular un poco para que el desprecio por el resto no resulte tan alarmante. Y habría además que subrayar que este año no es un año cualquiera ni para Euskadi, ni para España, ni para Europa, ni para el mundo. No afinar en las cuentas en estos momentos de gravísima crisis, puede suponer un traspiés con unas consecuencias importantes que afectarían por igual a todo el Estado y de las que nadie se beneficiaría.

Si lo que buscaban tanto el BNG como el PNV era sacar alguna tajada de unos presupuestos que les parecían buenos desde el principio, habrá que recriminarle solamente la inmoralidad de poner a la venta su voto; y si les parecían malos pero aceptan el milagro de las bodas de Caná por una transferencia, entonces que apague la luz el último. Yo creo que aun se puede tener, incluso en política, una cierta dignidad para distinguir el agua del vino. Pero en un mundo, como estamos comprobando con hechos, absolutamente global, creer que no nos va a salpicar el posible mal de otros, es soñar inútilmente. Que cada cual apechugue con sus responsabilidades y reflexione en qué clase de mercado hemos convertido la democracia.

Andrés Aberasturi.



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Publicado por VRedondoF para A2 el 10/18/2008 10:01:00 AM