Es frecuente que la persona irresponsable eche la culpa de todo a los demás. La culpa siempre es de los otros.
Continuó lloviendo, lloviendo y lloviendo. El agua cubría las casas. El anciano, con gran dificultad, subió a la parte más alta del tejado de su vivienda. El agua le llegaba hasta la cintura. Entonces las autoridades enviaron un helicóptero para salvar al anciano
– Salte, salte, buen hombre, vengo a rescatarle. No habrá salvación posible si no salta, dijo el piloto. Es su última oportunidad.
– No pienso moverme de aquí. Ésta es mi ciudad, ésta es mi casa y pase lo que pase confío en que Dios me salvará.
– ¿De qué me estás hablando?, dijo el anciano todavía más furioso.
– ¿Cómo dices que te he abandonado? Que yo sepa te envié autobuses, botes y hasta un helicóptero. En tu próxima vida harás bien en responsabilizarte un poco más de ti mismo.
"Todos son culpables, menos yo" (Celine).
Esta cita abre el libro de Pascal Bruckner "La tentación de la inocencia", auténtico vademecum de la moderna cultura de la irresponsabilidad. Si preguntamos a la gente si cree que las personas hoy en día son responsables, es probable que diga que no. Si añadimos a cada una la cuestión sobre su propia responsabilidad, casi seguro que responderá que sí.
Es triste ver a personas que dejan su propia responsabilidad en manos ajenas: en sus padres, en sus parejas, en sus jefes, en sus dioses… No asumen la propia responsabilidad. No son capaces de dar respuesta de lo que hacen, y achacan su suerte a los demás. He leído en el libro "La magia de la metáfor", de Nick Owen, una curiosa historia al respecto. La resumo para el lector. En el corazón de América se encuentra una ciudad muy famosa. En ella se produjo un temporal de lluvia tan grande que las autoridades enviaron autobuses para evacuar a las personas. Algunas se negaron a utilizarlos pensando que, tarde o temprano, escamparía.
Es triste ver a personas que dejan su propia responsabilidad en manos ajenas: en sus padres, en sus parejas, en sus jefes, en sus dioses… No asumen la propia responsabilidad. No son capaces de dar respuesta de lo que hacen, y achacan su suerte a los demás. He leído en el libro "La magia de la metáfor", de Nick Owen, una curiosa historia al respecto. La resumo para el lector. En el corazón de América se encuentra una ciudad muy famosa. En ella se produjo un temporal de lluvia tan grande que las autoridades enviaron autobuses para evacuar a las personas. Algunas se negaron a utilizarlos pensando que, tarde o temprano, escamparía.
Entre esas personas estaba un anciano que dijo:
– No pienso moverme de aquí. Ésta es mi ciudad, ésta es mi casa y pase lo que pase confío en que Dios. me salvará.
– No pienso moverme de aquí. Ésta es mi ciudad, ésta es mi casa y pase lo que pase confío en que Dios. me salvará.
Continuó lloviendo, lloviendo y lloviendo. El agua llegaba al primer piso de las casas, de modo que las autoridades enviaron botes para recogerlas.
Todos fueron puestos a salvo, menos el anciano que dijo:
– No pienso moverme de aquí. Ésta es mi ciudad, ésta es mi casa y pase lo que pase confío en que Dios me salvará.
– No pienso moverme de aquí. Ésta es mi ciudad, ésta es mi casa y pase lo que pase confío en que Dios me salvará.
Continuó lloviendo, lloviendo y lloviendo. El agua cubría las casas. El anciano, con gran dificultad, subió a la parte más alta del tejado de su vivienda. El agua le llegaba hasta la cintura. Entonces las autoridades enviaron un helicóptero para salvar al anciano
– Salte, salte, buen hombre, vengo a rescatarle. No habrá salvación posible si no salta, dijo el piloto. Es su última oportunidad.
– No pienso moverme de aquí. Ésta es mi ciudad, ésta es mi casa y pase lo que pase confío en que Dios me salvará.
Continuó lloviendo y lloviendo. El agua subió de tal modo que el anciano se ahogó.
Cuando llegó al otro mundo, se dirigió furioso hacia Dios.
– ¿Por qué me has fallado? ¿Cómo me pudiste hacer eso?
– ¿Por qué me has fallado? ¿Cómo me pudiste hacer eso?
Yo confiaba en ti. Pensé que me salvarías y me dejaste tirado.
Y Dios, de manera sosegada, le dijo:
– ¿Cómo que te he dejado tirado? ¿No sabes utilizar tu cabeza y los medios que están a tu alcance? ¿No sabes tomar las decisiones adecuadas?
– ¿Cómo que te he dejado tirado? ¿No sabes utilizar tu cabeza y los medios que están a tu alcance? ¿No sabes tomar las decisiones adecuadas?
– ¿De qué me estás hablando?, dijo el anciano todavía más furioso.
– ¿Cómo dices que te he abandonado? Que yo sepa te envié autobuses, botes y hasta un helicóptero. En tu próxima vida harás bien en responsabilizarte un poco más de ti mismo.
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Publicado por VRedondoF para FyP el 9/22/2008 07:38:00 PM