@Carlos Sánchez.- 08/02/2008
Cuando en 1933, Franklin Delano RooseveltJohn Steinbeck era un joven de apenas 30 años que se ganaba la vida vendiendo reportajes y pequeñas novelas de ambiente costumbrista que reflejaban la vida en el sur de California. Roosevelt y Steinbeck, por supuesto, no se conocían, pero ambos miraban con estupor lo que sucedía en el campo estadounidense, principalmente en el medio oeste, donde la Gran Depresión hacía estragos. Millones de campesinos estaban arruinados y sus cosechas no valían absolutamente nada por la caída de precios. atravesó las puertas de la Casa Blanca,
Años después, Steinbeck escribiría su obra más célebre, Las Uvas de la Ira, mientras que Roosevelt ponía en marcha su obra más colosal, el New Deal, un formidable programa de reformas económicas inspirado por Keynes, y cuyo único objetivo era estimular la demanda (para subir los precios) mediante la decidida intervención del Estado. Entre esas medidas, estaba la replantación de millones de hectáreas de suelo infértil abandonadas por la caída de rentas. La medida no sólo tenía un componente 'ecológico', que se diría ahora, sino que con ella se pretendía estimular la actividad económica creando una masa forestal capaz de detener la erosión de la tierra y, por su supuesto, generar una industria rentable a medio y largo plazo. Gracias a esa política de intervención pública en la economía, vastos territorios de EEUU son hoy un frondoso bosque para envidia de muchos.
Recuperación de espacios naturales
Setenta y cinco años después del New Deal, parece que alguien ha cogido el testigo del keynesianismo más decidido en materia de recuperación de espacios naturales. La propuesta parte de Rajoy, lo cual no deja de ser sorprendente viniendo de alguien que recela de lo público, pero lo que cuenta es que por fin alguien centra el debate ecológico sobre una auténtica necesidad inmediata, y para la que no hay que esperar a Kioto II.
La cifra es tan abultada -esos 500 millones de árboles que se plantarían en cuatro años- que ayer muchos hablaban de que el líder del Partido Popular había soltado una especie de 'boutade' con el único interés de ganar votos. Y es que la opinión pública se ha acostumbrado a conducir por auténticos páramos semidesérticos sin que ello provoque el más mínimos sonrojo para los políticos de la zona, encantador de enladrillar el suelo en vez de regenerarlo.
Quinientos millones de árboles pueden parecer muchos, pero son realmente pocos si se comparan con los 6.717 millones de árboles que pueblan en estos momentos el suelo patrio. Los datos son oficiales y proceden del Inventario Forestal Español, y pese a lo cuantioso del número, amplias zonas de del país continúan siendo secarrales, sin duda el mejor pasto para el cambio climático.
Según los especialistas, la superficie forestal de España se sitúa en estos momentos en unas 14 millones de hectáreas, de las que entre tres y cuatro millones pueden considerarse ralas debido a su baja densidad. Algunos estudios calculan que la superficie forestal óptima puede situarse en unas 26 millones de hectáreas, lo que significa que aún queda mucho camino por recorrer. Para hacerse una idea, basta tener en cuenta que los 500 millones de árboles que propone Rajoy ocuparían una superficie equivalente a unas 500.000 hectáreas, lo que significa que el líder del Partido Popular se ha quedado corto en cuanto a las necesidades arbóreas de España.
¿Cuál es el problema?, pues simplemente que las administraciones públicas siempre dicen que se van a gastar ingentes cantidades en repoblar el bosque, pero la realidad, como asegura Rafael Ceballos, presidente del Comité de Ingeniería de Desarrollo Sostenible del Instituto de Ingenieros de España, es que si falta dinero siempre se recorta del mismo lado: la inversión medioambiental, y en particular de la reforestación.
Ceballos no es un recién llegado a este asunto. Su padre, Luis Ceballos, fue quien elaboró el Mapa Forestal de España y el Plan General de Repoblación, realizado en tiempos duros, en 1938, y en el que se establecían criterios ecológicos de reforestación. Es decir, la utilización de especies autóctonas. Sin duda una buena receta. Como el New Deal de Roosevelt.
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Publicado por Vredondof para ECOLOGIA el 2/08/2008 09:50:00 AM