Llevo años sugiriendo la necesidad de un partido liberal que acoja a los no socialistas que no deseen estar en un partido al que se acuse de extrema derecha. Pareció que Ciutadans podría serlo y ahora tenemos la opción UPD. Me he leído el manifiesto y el programa del nuevo partido, porque a diferencia de la mayoría de españoles, y lo digo con pesar, yo estudio los programas de los partidos antes de decidir mi voto. Y lo cambio tantas veces lo considero necesario para el bien del país. Coincido con Rosa Díez en su admiración por Savater, que es el intelectual más inteligente de mi generación. Y coincido con ambos en que "ni la izquierda ni la derecha son ideas platónicas, invulnerables al paso del tiempo y los cambios sociales. Antaño la izquierda y la derecha parecían representar clases o niveles económicos, pero hoy abundan los multimillonarios estruendosamente izquierdistas (sobre todo en medios de comunicación o artísticos) y asalariados modestos que son belicosamente derechistas". Tengo demostrado en mi libro Los Complejos de la Derecha que ya no existe diferencia sustancial entre esos supuestos partidos, pues todos somos de centro, formando parte de un sistema mixto capitalista-socialista que aúna la competencia del mercado con la solidaridad del welfare state. Por ello me parece lógico que "para evitar este falso dilema preferimos hablar de progresismo, en vez de izquierda o derecha". Ahí, mi querida Rosa, se alzará el espectro de Simone de Beauvoir y te apostrofará severamente: "el que no ve la diferencia entre derechas e izquierdas es que es de derechas". Eso sería cuando Sartre era joven, ahora ya no es verdad. Da la impresión que la razón de ser de este partido son "los excesos de un modelo territorial" que ha llevado a "virtuales miniestados regidos por burocracias arrogantes quisquillosas… e inamovibles". ¡Cuánta razón tienen!, yo, que he sido catalanista para corregir los excesos centralistas del franquismo, no considero sensata la deriva actual revanchista que, más que defender unas identidades culturales, que ya no están amenazadas, se dedica a echar por la borda un patrimonio cultural común que nos da prestigio, presencia e identidad en el mundo, no en Pamplona o Lérida. De todos modos no creo que la revisión de los Estatutos de Autonomía suponga la disgregación del Estado y no creo que las reformas que propone este nuevo partido sean "indispensables para hacer frente con éxito a la disgregación del Estado", quizás porque, para un liberal, cuanto menos Estado, mejor Estado. Pero no, por supuesto, para sustituirlo por una docena de pequeños reyezuelos de provincia, que son estados todavía más próximos. Aunque los medios de comunicación no estén facilitando la labor, creo que todos los ciudadanos deberían estudiar el programa de Rosa Díez y su Unión, Progreso y Democracia, por ver si eligen cambiar el voto. Después de todo, las elecciones son para elegir, como su nombre indica. |
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Publicado por Vredondof para POLITICA el 2/07/2008 09:42:00 AM