La importancia de las habilidades directivas
Hoy he terminado las clases de «Desarrollo de Habillidades Directivas» en la Nebrija Business School que se han prolongado desde octubre hasta diciembre con 34 alumnos del MBA en Dirección de Empresas, MBA en Dirección Financiera y MBA en Dirección de Empresas Energéticas procedentes de numerosos países: Chile, República Dominicana, Venezuela, México, Trinidad y Tobago, Colombia, España...
A lo largo de este tiempo hemos hablado sobre la importancia de las habilidades directivas cuando se ocupa un puesto de gestión y hemos reflexionado sobre algunas de esas habilidades –comunicación, motivación, emociones, trabajo en equipo...– y visto muchos casos prácticos de directivos de primera línea contando sus experiencias, éxitos, fracasos y dudas.
A modo de resumen, destaco diez aspectos:
La importancia de las personas: a pesar de que el directivo es la cara visible de la empresa, «son los demás –como decía Jack Welch– los que hacen que las cosas ocurran». Por eso la primera misión de un directivo es rodearse de un buen equipo y tener vocación de servicio («serving leadership»). Como me decía una vez Juan Soto, «un auténtico líder nace para servir a su gente». Lo comparto, aunque no en muchas ocasiones se ve esa actitud entre quienes están en la primera línea de batalla. Una recomendación de libro: «Rodéate de los mejores» (LID, 2008), de Claudio Fernández de Araoz.
La importancia del equipo: Lo hemos dicho por activa y por pasiva. Sólos tenemos pocas posibilidades de éxito. Todos tenemos fortalezas, pero también debilidades que es preciso compensar para poder salir airosos en un mundo cada vez más competitivo. Además, conviene no olvidar que en todo equipo hay gente más visible y otra que pasa más desapercibida, lo cual no quiere decir que sean menos importantes. No hay que olvidarse de ellos. En la creación de un equipo es fundamental la humildad y la generosidad; los enemigos: los egos, las injusticias y las incoherencias.
La importancia de los resultados: la prueba de fuego para todo directivo. Sin resultados la gestión carece de sentido. Peter Drucker lo tenía claro: «Effective leadership is not about making speeches or being liked; leadership is defined by results not attributes». Visión sin ejecución es alucinación. El directivo debe rubricar sueños en realidades tangibles.
La importancia del liderazgo: que es muchas cosas. Liderazgo es comunicación (mucha comunicación); también una mezcla de exigencia y afecto; formación contínua para hacer frente a los continuos retos que existen; humildad y saber escuchar; predicar con el ejemplo; capacidad de tomar decisiones y gestionar intertidumbres; o ser justo, por dar sólo algunas pinceladas.
La importancia de la ética: lo estamos viendo en estos días. El caso Bernard I. Madoff (ver post 13/12/08) es el último episodio, aunque hemos visto otros muchos. Sobre esta cuestión me gusta siempre recordar a Abraham Licoln: «Se puede engañar a alguien siempre; a todos alguna vez; pero no a a todo el mundo indefiniblemente». Quien la hace, antes o después, la paga.
La importancia del optimismo: un directivo debe descorchar ilusión, entusiasmo y pasión por los cuatro costados. Algunos cada día tenemos más claro el «Efecto Pigmalión» (ver post 29/10/07). Cuando se crea un entorno sano donde reina la confianza, el afecto y las ganas de comerse el mundo, se dan las condiciones para que así ocurra. En entornos tristones, deprimidos y languidecidos, es muy difícil encontrar excusas para conseguir resultados excelentes.
La importancia de gestionar conflictos: un directivo está manejando constantemente contradicciones e inconvenientes. Es importante atacar los problemas directamente sin dejar que echen raíces y se conviertan más en un tema «emocional» que «racional». En la gestión de conflictos es muy importante ser justos, saber escuchar y dejar el orgullo en casa. Muchos problemas son irresolubles porque pesan más las cuestiones «personasles» que «profesionales».
La importancia de vender: un directivo debe ser un excelente relaciones públicas y estar vendiendo la empresa y la marca continuamente tanto hacia «fuera» (hacia los clientes) –para incrementar la facturación– como hacia «adentro» (hacia los empleados) –para atraer y retener talento–. Como me decía en cierta ocasión Alfonso Jiménez, socio director dePeopleMatters: «Para un directivo de hoy es imprescindible manejar muy bien el mundo de las relaciones, ya sea con inversionistas, empleados, clientes, proveedores o administración. Un 80% de la agenda de un directivo debe ser el manejo de relaciones y el 20% restante para otro tipo de cosas, como formarse o mirar los números; pero si ese 80% se hace bien, los números saldrán sólos». Las habilidades sociales son fundamentales. El domingo pasado (ver post 14/12/08) hablamos de los «líderes extrovertidos».
La importancia de la flexibilidad: o lo que es lo mismo, tolerancia a la ambigüedad y a la incertidumbre que, por otro lado, cada vez es mayor. Todo cambia demasiado rápido y cuando uno se aprende las respuestas cambian las preguntas. Eso implica mantener la serenidad, no perder la calma y evitar dejarse llevar por la ansiedad. Y también aprender a tomar decisiones sin contar con todos los datos encima de la mesa. Si la «parálisis por el análisis» nos domina, mejor dedicarse a otra cosa. Se suele decir que «un directivo es alguien que toma decisiones y alguna vez acierta».
La importancia del equilibrio: entendido como el término medio entre dos extremos (exceso y defecto), que diría Aristóteles. Es importante combinar visión y ejecución, acción y reflexión, ocio y negocio, creatividad y rentabilidad, exigencia y afecto, cercanía y distancia, prudencia y riesgo, atención al cliente y al empleado, a la organización y al individuo...
A lo largo de este tiempo hemos hablado sobre la importancia de las habilidades directivas cuando se ocupa un puesto de gestión y hemos reflexionado sobre algunas de esas habilidades –comunicación, motivación, emociones, trabajo en equipo...– y visto muchos casos prácticos de directivos de primera línea contando sus experiencias, éxitos, fracasos y dudas.
A modo de resumen, destaco diez aspectos:
La importancia de las personas: a pesar de que el directivo es la cara visible de la empresa, «son los demás –como decía Jack Welch– los que hacen que las cosas ocurran». Por eso la primera misión de un directivo es rodearse de un buen equipo y tener vocación de servicio («serving leadership»). Como me decía una vez Juan Soto, «un auténtico líder nace para servir a su gente». Lo comparto, aunque no en muchas ocasiones se ve esa actitud entre quienes están en la primera línea de batalla. Una recomendación de libro: «Rodéate de los mejores» (LID, 2008), de Claudio Fernández de Araoz.
La importancia del equipo: Lo hemos dicho por activa y por pasiva. Sólos tenemos pocas posibilidades de éxito. Todos tenemos fortalezas, pero también debilidades que es preciso compensar para poder salir airosos en un mundo cada vez más competitivo. Además, conviene no olvidar que en todo equipo hay gente más visible y otra que pasa más desapercibida, lo cual no quiere decir que sean menos importantes. No hay que olvidarse de ellos. En la creación de un equipo es fundamental la humildad y la generosidad; los enemigos: los egos, las injusticias y las incoherencias.
La importancia de los resultados: la prueba de fuego para todo directivo. Sin resultados la gestión carece de sentido. Peter Drucker lo tenía claro: «Effective leadership is not about making speeches or being liked; leadership is defined by results not attributes». Visión sin ejecución es alucinación. El directivo debe rubricar sueños en realidades tangibles.
La importancia del liderazgo: que es muchas cosas. Liderazgo es comunicación (mucha comunicación); también una mezcla de exigencia y afecto; formación contínua para hacer frente a los continuos retos que existen; humildad y saber escuchar; predicar con el ejemplo; capacidad de tomar decisiones y gestionar intertidumbres; o ser justo, por dar sólo algunas pinceladas.
La importancia de la ética: lo estamos viendo en estos días. El caso Bernard I. Madoff (ver post 13/12/08) es el último episodio, aunque hemos visto otros muchos. Sobre esta cuestión me gusta siempre recordar a Abraham Licoln: «Se puede engañar a alguien siempre; a todos alguna vez; pero no a a todo el mundo indefiniblemente». Quien la hace, antes o después, la paga.
La importancia del optimismo: un directivo debe descorchar ilusión, entusiasmo y pasión por los cuatro costados. Algunos cada día tenemos más claro el «Efecto Pigmalión» (ver post 29/10/07). Cuando se crea un entorno sano donde reina la confianza, el afecto y las ganas de comerse el mundo, se dan las condiciones para que así ocurra. En entornos tristones, deprimidos y languidecidos, es muy difícil encontrar excusas para conseguir resultados excelentes.
La importancia de gestionar conflictos: un directivo está manejando constantemente contradicciones e inconvenientes. Es importante atacar los problemas directamente sin dejar que echen raíces y se conviertan más en un tema «emocional» que «racional». En la gestión de conflictos es muy importante ser justos, saber escuchar y dejar el orgullo en casa. Muchos problemas son irresolubles porque pesan más las cuestiones «personasles» que «profesionales».
La importancia de vender: un directivo debe ser un excelente relaciones públicas y estar vendiendo la empresa y la marca continuamente tanto hacia «fuera» (hacia los clientes) –para incrementar la facturación– como hacia «adentro» (hacia los empleados) –para atraer y retener talento–. Como me decía en cierta ocasión Alfonso Jiménez, socio director dePeopleMatters: «Para un directivo de hoy es imprescindible manejar muy bien el mundo de las relaciones, ya sea con inversionistas, empleados, clientes, proveedores o administración. Un 80% de la agenda de un directivo debe ser el manejo de relaciones y el 20% restante para otro tipo de cosas, como formarse o mirar los números; pero si ese 80% se hace bien, los números saldrán sólos». Las habilidades sociales son fundamentales. El domingo pasado (ver post 14/12/08) hablamos de los «líderes extrovertidos».
La importancia de la flexibilidad: o lo que es lo mismo, tolerancia a la ambigüedad y a la incertidumbre que, por otro lado, cada vez es mayor. Todo cambia demasiado rápido y cuando uno se aprende las respuestas cambian las preguntas. Eso implica mantener la serenidad, no perder la calma y evitar dejarse llevar por la ansiedad. Y también aprender a tomar decisiones sin contar con todos los datos encima de la mesa. Si la «parálisis por el análisis» nos domina, mejor dedicarse a otra cosa. Se suele decir que «un directivo es alguien que toma decisiones y alguna vez acierta».
La importancia del equilibrio: entendido como el término medio entre dos extremos (exceso y defecto), que diría Aristóteles. Es importante combinar visión y ejecución, acción y reflexión, ocio y negocio, creatividad y rentabilidad, exigencia y afecto, cercanía y distancia, prudencia y riesgo, atención al cliente y al empleado, a la organización y al individuo...
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Publicado por VRedondoF para TDM el 12/22/2008 10:08:00 AM